Dos son los delitos principales por los que lo condenan. Uno de tipo religioso: es un blasfemo, porque se dice Hijo de Dios. Y otro de tipo político: es un agitador, un subversivo.
Los que están encima de la pirámide social: saduceos, sumos
sacerdotes, herodianos y hasta los que están un poco más abajo: escribas y
fariseos se han confabulado y han venido buscando la ocasión de eliminar, de
matar a Jesús. Ellos se justifican diciendo que quieren salvar la nación, que
vendrá la represión de los romanos. La verdad es que lo que
quieren es seguir en el poder, oprimiendo y dominando al pueblo.
El pueblo, a pesar del malestar que vive, está desorganizado, masificado. Y una vez más es manipulado por las autoridades. Cuando Pilato ofrece amnistía, o sea, la liberación de Jesús, ellos prefieren a Barrabás. Muchos de ellos habían vitoreado a Jesús en su entrada a Jerusalén pocos días antes…
Pilato, por miedo a perder su puesto y su posición, se lava las manos al entregar a Jesús. Los soldados continúan torturando a Jesús, a quien le han puesto una corona de espinas y es azotado. Y empieza el Camino de la Cruz. Son los últimos pasos de Jesús.