El lamento


Resumen
La investigación sobre la lamentación, en el AT, creció a partir de Hermann Gunkel. Desde entonces, la lamentación dejó de ser un simple estudio sobre el género literario en el libro de los Salmos para convertirse en una investigación sobre un elemento teológico y cultural del pueblo de la Biblia. Por esa razón se justifica, primeramente, una tentativa de esbozar la historia de la práctica de lamentar en el AT, teniendo como origen el grito de los esclavos hebreos (Éxodo 3,7-10), y posteriormente constatar y explicar los motivos por los cuales la lamentación ejerció un papel preponderante en la formación de la tercera parte de la Biblia Hebrea, los Escritos, así como en el establecimiento del orden o secuencia de los libros en ese bloque.

La lamentación es, según la crítica de las formas, un género literario. Se trata de una de las constataciones más importantes de la moderna exégesis bíblica. Hasta las investigaciones de Hermann Gunkel, en el final del siglo diecinueve, la importancia de la lamentación era prácticamente desconocida. Cuando H. Gunkel (1862-1932) analizó los salmos bíblicos bajo el punto de vista de la crítica de la forma, él hizo dos contribuciones importantes: Primero, él clasificó los salmos bíblicos en sus tipos literarios, posibilitándonos una nueva forma de leer y entender no solamente la composición, sino su lugar vivencial y la intención del autor; en segundo lugar, él asoció buena parte de esas composiciones a las prácticas del culto. Ciertamente, él no fue el primero en percibir esto, aunque sin duda profundizó el análisis de la forma primitiva de hacer el culto por parte del pueblo. Para él, la lamentación precedió a la forma litúrgica usada en el Templo. Así como el sufrimiento es parte de la vida del ser humano desde el origen, la lamentación es la reacción más propia de la persona que sufre. En su forma más primitiva, la queja acontecía en la familia. La lamentación formal, en el culto piadoso solo aconteció más tarde. Los salmos testifican bien esas dos fases de la lamentación. Muchos salmos no fueron compuestos para el culto formal, aunque luego si fueron adapatados para él.

Impresionado con la cantidad de lamentación, en el libro de los Salmos, Gunkel hizo una gran contribución a la investigación bíblica, descubriendo en esas composiciones una forma litúrgica como se ve abajo:

        1. Invocación.
        2. La lamentação: el quejoso describe las condiciones de su tristeza.
        3. Pedido de ayuda, incluyendo, a veces, la maldición.
        4. Las motivaciones para la intervención divina.
        5. La afirmación de fe.
        6. La confesión de pecado.
        7. Conclusión.

Los caminos abiertos por Gunkel fueron posteriormente ampliados y pavimentados. Erhard Gerstenberger[1] avanzó en las investigaciones y trajo algunas contribuciones de importancia para una mayor comprensión de la lamentación como parte de la cultura del pueblo hebreo. Para Gerstenberger, originalmente los salmos de lamentación provienen de los grupos primitivos de la sociedad israelita. De modo general, las lamentaciones reflejan situaciones de grave peligro que trajeron grandes dosis de sufrimiento y angustia para los miembros de la familia.



1 - El sufrimiento humano dentro de la estructura tribal

Es sabido que Israel vivió durante mucho tiempo dentro de una estructura tribal, es decir, grupos familiares autónomos. Ejerciendo una política y una economía autosuficiente, esas tribus desarrollaron normas de vida comunitaria y una creencia corporativa en la divinidad protectora. Esa cultura tribal estableció en el pensamiento y la acción del pueblo de la Biblia el sentido de solidaridad y vida comunitaria. Este senso de solidaridad fue determinante en esa sociedad primitiva, especialmente en lo que dice respecto al sufrimiento. Era normal que un miembro de la tribu sufriera por el mal cometido por otro (Josué 7,1-26). El profeta Ezequiel menciona un proverbio que refleja bien esa situación: “los padres comieron uvas verdes y los dientes de los hijos quedaron irritados” (18,2). A pesar de que Ezequiel no concuerda con este principio, es interesante constatar que esa práctica era parte de la reglas de vida del mundo tribal. Así mismo, es importante recordar que el sistema de vida tribal trajo enormes y perenes contribuciones para las normas del buen vivir en todos los ámbitos de la existencia humana. Entre esas contribuciones está la práctica de la lamentación. De esa forma, no es difícil percibir que los salmos individuales de lamentación tienen su origen en la vida familiar (Sl 35,13-14)



2 – El sufrimiento humano dentro de las estructuras sociales superiores: regionales y nacionales

Tratándose del sufrimiento humano, ahora, en el nivel de agrupación, la investigación se debe concentrar básicamente en las celebraciones cúlticas. No quiero tratar aquí el culto como una institución burocrática e impersonal, muy influenciada por el poder político central, particularmente en el período monárquico. Muy por el contrario, pretendo analizar el culto nacional, particularmente en el Templo de Jerusalén, ya que los salmos de lamentación, cerca de 40 composiciones, fueron utilizados como parte de la liturgia del culto. Fue en esas concentraciones nacionales, en el Templo, especialmente en el período pos-exílico, que se abrió la oportunidad para los creyentes yavistas de lamentar sus angustias y desventuras en la vida, así como se quejaron de los opresores y de los desastres nacionales, catástrofes naturales, epidemias, entre otros motivos.

Por tanto, el hecho de que una persona que sufre exprese su queja a través de la poesía delante de los miembros de la familia, era una práctica primitiva. Antes que las lamentaciones de los que sufren fuesen llevadas a niveles superiores de la sociedad israelita, ya sea las fiestas estacionales o el culto oficial, ellas acontecían en el ámbito de la casa. Esto revela que antes de que la lamentación se convirtiera en un tipo literario, ella era un recurso para recuperar a un miembro enfermo o liberarlo de la agresión enemiga. Esta constatación abre un nuevo campo de investigación en torno a las formas literarias de la piedad que llegaron a ser parte de la liturgia del culto.



3 - Tentativa de construir la história de la lamentación

Las condiciones de vida de la mayoría de las personas en Medio Oriente antiguo no era ni más ni menos difícil que la de hoy. La reacción a las dificultades impuestas por la vida, por parte de las personas sufridas, tiene semejanzas. Básicamente, la razón para la lamentación no está en la naturaleza, sino especialmente en el ser humano. Esta es una constatación hecha a partir de eventos fundantes de la historia bíblica: el relato de la creación observa que el lamento por la fatiga del trabajo y el dolor del parto es justo (Gn 3,16-17), y el lamento de los hebreos en Egipto antecedió la liberación de los esclavos (Ex 3,7-10). A partir de allí, el pueblo de la Biblia descubrió la buena nueva de ser escuchado y atendido por Dios en los momentos de sufrimiento.



4 - La historia de la práctica de lamentar: una hipótesis

El rito de lamentación de la muerte de una persona tiene un origen enteramente profano. Originalmente, el nombre de Dios estuvo ausente de esos ritos, pues probablemente la intención de esa celebración era divinizar al muerto.

Con todo, Israel transformó esa realidad, integrando la queja como un elemento esencial en el proceso de liberación. Esa es la razón por la cual la lamentación es parte integrante del movimiento histórico de la cultura y la teología del Antiguo Testamento. Por esto, Israel adoptó, desarrolló y resignificó la práctica de lamentar, especialmente desde su condición de oprimido. En otras palabras, los creyentes yavistas hicieron una nueva lectura de la práctica de lamentar. Mucho más que eso, ellos resignificaron esa práctica en el ámbito israelita.

En cualquier intento de estudiar la práctica de la lamentación en Israel es fundamental que se analice el uso del verbo sapad  “golpear el pecho”, “llorar”, “lamentar”, y el sustantivo misped  “exequias”, “llanto”, “lamentación”. Con esos términos, es posible conocer la historia de la práctica de lamentar entre los israelitas, así como la resignificación hecha por ese pueblo.

Israel no inventó la práctica de lamentar, aunque eso era común entre ellos. La lamentación es descrita a través de los términos hebreos como sapad  “golpear el pecho”, “lamentar”, y misped  “llanto”, “lamentación” (Gn 23,2; 50,10), yalal  “gemir”, “lamentar”, yelel  “gemido”, “lamento”, yelalah  “lamento” (Is 14,31; Jr 25,34; Jl 1,5-14). Lamentar fue una práctica bastante popular, descrita en el Antiguo Testamento. Es sabido, a través de los textos bíblicos (1 Re 14,13; Job 27,15; Jr 16,4.6), que el luto exigía la realización de ritos (1 Sm 25,1; 28,3). A esas ceremonias eran agregadas exclamaciones de pesar: hoi o ho (Am 5,16; conforme a Jr 22,18). Por tanto, la realización de ese rito, sea en función de un muerto o como consecuencia de una catástrofe, era un deber imperativo.

La resignificación del rito de lamentación por parte del pueblo de la Biblia es un hecho bastante significativo para entender el Antiguo Testamento. Si la lamentación en torno a la muerte de una persona, en el mundo profano, era como un rito volcado a la nostalgia del pasado, la queja de un oprimido es vista como un ansia de liberación. Allí está la gran contribución de la forma de lamentar del pueblo de la Biblia. No se lamenta por el simple deber de lamentar, sino que esa queja está orientada hacia la esperanza de liberación.

La resignificación del rito profano de la Pascua, por parte de los esclavos hebreos liberados de la esclavitud egipcia, puede ser comparada a la lamentación. Como aconteció con la celebración de la Pascua, Israel experimentó una nueva forma de lamentar.  El pueblo de la Biblia dejó de hacer de la queja una autoflagelación o una ceremonia puramente emocional centrada en si misma, y pasó a asociar el acto de lamentar a la memoria de la liberación de Egipto. Por tanto, es esclarecedor tomar el evento descrito en Éxodo 3,7-10, cuando Yavé oye el clamor de los esclavos en Egipto:

          “Yavé dice:
               Yo vi, yo vi la miseria de mi pueblo que está en Egipto.
               Yo oí su clamor a causa de sus opresores;
               Aquí está!
               Yo conozco sus angustias.
               Por eso,
               yo descendí a fin de liberarlos de la mano de los egipcios,
               y para hacerlos subir a aquella tierra buena y vasta,
                                                   tierra que mana leche y miel.                   
               (...)
               Ahora,
               el clamor de los hijos de Israel llegó hasta mí,
               y también veo la opresión con que los egipcios los están oprimiendo.
               Ve, pues,
               yo te enviaré al Faraón,
               y yo te enviaré al Faraón,
               para hacer salir de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo 3,7-10).

Este relato se transformó en arqutipo de la forma hebrea de lamentar. Las descripciones básicas del sufrimiento humano están presentes a través del campo semántico de la lamentación: ’ani  “miseria”, sa’aq  “clamar”, nagas  “oprimir”, make‘ob  “sufrimiento”, lagas  “oprimir”. Sin embargo, la novedad no está en esa constatación, sino en la presencia de Yavé que conoce la angustia del pueblo que se queja, ve la miseria de los sufrientes y oye el grito del oprimido.

Si antes el grito de dolor era un desahogo sordo, ahora la lamentación adquiría un elemento histórico y teológico. Sin duda, toda la historia del éxodo se vuelve significativa para aquella banda de esclavos y esclavas. En la ceremonia de pascua de los seminómadas, el miedo a las fuerzas destructoras de la naturaleza se perpetuaba. De la misma forma, el grito de luto de una persona de la familia del muerto funcionaba tan solo como un desahogo sin retorno.



5 - Lamentación: consecuencias históricas y teológicas


Entre los grandes tratados teológicos sobre el Antiguo Testamento, Claus Westermann[2] fue ciertamente quien profundizó y amplió la investigación en torno del tema de la lamentación. Evidentemente Westermann no trató todas las cuestiones relativas al tema, sin embargo, él fue quien en definitiva abrió las puertas de esa investigación tan necesaria para el conocimiento de la cultura y la teología del pueblo de la Biblia.

5.1 – En la teología del Éxodo

No hay como leer la historia bíblica sin recurrir a Moisés y al éxodo de Egipto. Esa memoria fue preservada por la constancia de la celebración de la Pascua (Ex 12,1-14.21-28; Dt 16,1-8). Y en verdad, no hay como separar la memoria de la Pascua del gesto de lamentar, ya que toda la historia del éxodo comienza con la queja de los esclavos y esclavas en Egipto.

5.2 – En la teología del culto

La insistencia en celebrar la pascua hizo que el pueblo israelita conociese concretamente a su Dios. Las señales que comprueban esa fe están dispersas en la literatura bíblica, particularmente, en el libro de los Salmos que es el testimonio más elocuente de las actividades del culto. Si el libro de los Salmos constituye la más valiosa documentación sobre el culto, es posible ponderar la importancia de la lamentación como expresión litúrgica del pueblo de la Biblia. Nada menos que cuarenta salmos bíblicos fueron compuestos de acuerdo a la tipología literaria conocida como “lamentación”.

La gran presencia de ese género literario en el libro de Salmos no constituye un factor accidental o un modismo de un período particular de la historia bíblica. Todo hace pensar que la lamentación es un factor tan permanente cuanto la esperanza.

5.3 – En el proceso de edición de la Biblia Hebrea

James A. Sanders, uno de los más destacados miembros del equipo internacional de investigadores de los Rollos del Mar Muerto y autor de importantes libros en el campo de la Crítica Textual, escribió y continúa afirmando que “la traumática experiencia del exilio y la necesidad de Israel de buscar su identidad en medio de la desintegración, provocó una frenética actividad literaria que resultó en un primer nivel de canonización de la Torá y de los Profetas, hacia fines del siglo VI antes de Jesús” [3]. Sanders observa dos cuestiones interesantes: primero, la búsqueda de la identidad que fue una de las cuestiones generadoras de la demarcación de los libros autorizados para conducir a la comunidad judaíta; segundo, que el canon comenzó a tomar forma en el momento traumático de la destrucción de Jerusalén y de sus instituciones políticas. Para él, lo mismo ocurrió con la formación del canon del Nuevo Testamento, pues ese proceso tuvo su inicio solamente después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 d.C.
Las observaciones de James A. Sanders son estimulantes. En la búsqueda de identidad, el pueblo judaíta encontró una literatura que presentaba a Yavé como un Dios fuerte y que actúa en favor de Israel a través de sus obras salvíficas. La tragedia del 587 a.C. trajo un hecho nuevo que provocó un fuerte impacto en la fe de los creyentes yavistas. Los textos de esa época expresan una nueva tendencia, a saber, cuestionar la actuación de Yavé:

                     “¿Hasta cuando, Yavé, pediré por socorro y no me oirás,
                                                           gritaré a ti: violencia!, y no salvarás? (Hab 1,2) 
 
En el proceso de edición de la tercera y última parte de la Biblia Hebrea, denominada ketubim  “Escritos”, aparece claramente que la lamentación no es simplemente una cuestión preferencial de un género literario o una postura circunstancial de un período de la historia del pueblo de la Biblia. Ciertamente es mucho más que eso.

El orden de los libros de la Biblia Hebrea posee una organización diferente a la Septuaginta y a la Vulgata. Los motivos que llevaron a estas dos versiones a alterar el orden del texto masorético no tiene una justificación convincente. El hecho es que ellas complicaron el orden de los libros y lógicamente establecieron un desorden injustificable.

El orden de los libros que componen la tercera parte de la Biblia Hebrea ciertamente tiene una razón de ser. ¿Es una organización orientada hacia la lamentación? Aparentemente si, aunque es necesario entenderlo y demostrarlo. Para iniciar esa pesquisa se hace necesario conocer el orden de los libros tal como los tenemos en la Biblia Hebrea: Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras, Nehemias, 1 Crónicas y 2 Crónicas.

Ante esa organización establecida por el proceso de canonización de los “Escritos”  ketubim, son posibles algunas conclusiones:

(1) En su importante obra, Julio Trebolle Barrera[4] argumenta que la secuencia de los libros narrativos fue establecida conforme al orden cronológico. Ciertamente, Trebolle Barrera sustenta su argumento utilizando la lógica del orden de la primera parte de la Biblia Hebrea, la Torá, y también la secuencia de los libros conocidos como “Profetas Anteriores”: Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes. En lo que concierne a la secuencia de los libros de Génesis hasta 2 Reyes no hay como desobedecer esa lógica, pues los relatos históricos tienen que estar dispuestos de acuerdo a la cronología de los hechos acontecidos. Sin embargo, la razón cronológica no se aplica al orden de los libros de los profetas escritores. Isaías encabeza la lista de los profetas por el simple hecho de ser el más importante (de acuerdo a Gerhard von Rad[5]). En el orden cronológico Amós sería el primero, pero su libro se encuentra en sexto lugar en el orden de los libros de la sección de “Profetas” (de acuerdo a Milton Schwantes[6]).

(2) En base al criterio utilizado para colocar el libro de Isaías como cabeza de los demás profetas, argumentamos que la elección de los libros de Salmos y Job para abrir la lista de las trece obras que componen la tercera parte de la Biblia Hebrea, denominada Escritos, está relacionada con la lamentación. Así, la razón que motiva el privilegio de abrir este último bloque es la lamentación. En el libro de Salmos, el lamento es la parte que más se destaca. Infelizmente somos prejuiciosos para con la lamentación, pero ella es parte de la profecía. Lo concreto es que el lamento constituye una esperanza para la superación de todos los males.

En cuanto al libro de Job, él es un gran salmo de lamentación que provoca en sus lectores y lectoras la reacción y la protesta; es una perfecta recuperación de la lamentación del libro de Salmos. Así mismo, el llanto de Job es parte de la búsqueda de Dios y el lamento provoca la solidaridad ante el dolor y el sufrimiento.

(3) Siguiendo a los libros de Salmos y de Job vienen Proverbios, Rut y Cantar de los Cantares. Son libros que hablan de esperanza y que estimulan a los y las sufrientes a superar el dolor. El método para vencer el sufrimiento no es importante: los autores enfrentan los problemas casi indisolubles de la vida de manera a veces irónica, y a veces a través de pequeños versos de sabiduría. Lo importante es creer y tener esperanza. La intención de esos libros es afirmar que en la desesperanza las personas deben comenzar a pensar que no están solas. La sabiduría forma parte de la presencia de Dios para traer la esperanza de superación del sufrimiento.

(4) El retorno de la lamentación acontece a continuación de Proverbios, Rut y Cantar de los Cantares, con los libros de Eclesiastés y Lamentaciones. Eso nos hace pensar que el ritmo de la vida es lamentar en esperanza, pues la vida siempre nos depara dolores, desafíos y luchas. Esto nos lleva a reflexionar sobre el amplio contexto de la lamentación, como práctica en las actividades cúlticas en Israel. Evidentemente que la queja abordada en aquellos libros no se refiere al murmullo representado por el término hebreo lun (Ex 15,24; 16,2.7.8; Nm 14,2; 16,11). Sino lo que es destacado en esos libros es que “la queja resulta un componente esencial en el proceso de liberación del yugo egipcio y de otros casos semejantes; de ahí que tiene su lugar asegurado en una teología del Antiguo Testamento” [7]. Por tanto, los “editores” de la Biblia Hebrea, y particularmente de la tercera parte, los “Escritos”, optaron por la teología antes que por la cronología.



6 - Algunas lecciones que quedan

(A) La importancia de la lamentación en el Antiguo Testamento está en función de su estrecha relación con la realidad pura y dura de la vida. La lamentación, tal como la tenemos en el texto bíblico, está ubicada en los momentos traumáticos del pueblo de Israel. En lo que concierne al Primero y Segundo Testamento, sus ediciones y cononizaciones se iniciaron, respectivamente, después de las dos destrucciones del Templo de Jerusalén, a saber 587 a.C y 70 d.C.

(B) En medio de la realidad pura y dura, la tendencia del creyente yavista fue de desanimarse y perder su fe. Muchos, ciertamente, vivieron eso, pero un grupo denominado “remanente” sostuvo la bandera de la fe, rescatando los más significativos relatos de fe de la historia del pueblo de la Biblia. Maltratado por la dureza de los acontecimientos, ese puñado de creyentes yavistas empezaron a buscar la identidad de la fe, y en esa búsqueda el grupo encontró la información de que la salvación de Yavé viene a través de la lamentación.

(C) La prioridad dada por los editores de la tercera parte de la Biblia Hebrea, los Escritos, tiene que ver con la importancia de la lamentación para la vida de la comunidad judaíta. En el culto del Segundo Templo, probablemente, había un espacio para que el hombre y la mujer expresaran sus quejas. Se trata de una cuestión muy importante para el creyente: en medio de su sufrimiento, el pobre quejoso es acogido por la comunidad. Ciertamente él ha sido violentado en sus derechos, pero en el Templo él es acogido, escuchado, valorizado, a pesar de sus aparentes ambigüedades y contradicciones. En el Templo, sus alegrías y sus sueños son retomados. Tal vez, por primera vez en la vida el pobre quejoso es ecuchado, tomado en serio y atendido.

(D) Tal como ocurrió con la selección de los 150 salmos para componer el salterio, la elección de la lamentación como tema de apertura del bloque de los “Escritos” tuvo la influencia directa de la comunidad de creyentes yavistas. Viviendo bajo agresión, interna y externa, la comunidad tenía en la lamentación la esperanza de la liberación.



Bibliografía

Claus Westermann, Teologia do Antigo Testamento, São Paulo: Edições Paulinas, 1987.

Claus Westermann, O Antigo Testamento e Jesus Cristo, São Paulo: Paulinas,1979.

Claus Westermann, The Psalms: Structure, Content and Message, Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1980.

Erhard Gerstenberger, Salmos, São Leopoldo: Faculdade de Teologia, vol.1-2, 1982.

Erhard Gerstenberger, Psalms – Part 1 – With Introduction to the Cultic Poetry, Gran Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1988 (FOTL, 14).

Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento, vol. 2, Salamanca, Sígueme, 1990.

Hans-Joachim Kraus, Teología de los Salmos, Salamanca: Ediciones Sígueme, 1985.

James A. Sanders, Torah and Cânon, Philadelphia: Fortress Press, 1972.

John H. Hayes (editor), The Old Testament Form Criticism, San Antonio: Trinity University Press, 1977.

John H. Hayes, An Introduction to Old Testament Study, Nashville: Abingdon, 1979.

José Bortolini, Conhecer e rezar os Salmos - Comentário popular para os nossos dias, São Paulo: Paulus, 2000.

Julio Trebolle Barrera, A Bíblia judaica e a Bíblia cristã - Introdução à história da Bíblia, Petrópolis: Editora Vozes, 1996.  En castellano: La Biblia judía y la Biblia cristiana. Introducción a la historia de la Biblia, Madrid, Trotta, 1993.

Klaus Koch, The Growth of the Biblical Tradition, London: Adam and Charles Black, 1959.

Milton Schwantes, A terra não pode suportar suas palavras - Reflexão e estudo sobre Amós, São Paulo: Edições Paulinas, 2004.



[1] Erhard Gerstenberger, Salmos, São Leopoldo: Faculdade de Teologia, vol.1-2, 1982; Psalms – Part 1 – With Introduction to the Cultic Poetry, Gran Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1988 (FOTL, 14).
[2] Claus Westermann, Teologia do Antigo Testamento, São Paulo: Edições Paulinas, 1987.
[3] James A. Sanders, Torah and Canon, Philadelphia: Fortress Press, 1972, p. 91-116.
[4]  Julio Trebolle Barrera, A Bíblia judaica e a Bíblia cristã - Introdução à história da Bíblia, Petrópolis: Editora Vozes, 1996, p. 190-192. En castellano: La Biblia judía y la Biblia cristiana. Introducción a la historia de la Biblia, Madrid, Trotta, 1993.
[5] Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento, vol. 2, Salamanca, Sígueme, 1990, p. 187-218.
[6] Milton Schwantes, A terra não pode suportar suas palavras - Reflexão e estudo sobre Amós, São Paulo: Edições Paulinas, 2004.
[7] Claus Westermann, Teologia do Antigo Testamento, São Paulo: Edições Paulinas, 1987, p. 144-150.