¿Cuál es el carácter de Cristo? ¿Cuál es la naturaleza de Su vida? Queremos contestar estas preguntas en este capítulo. La “persona” de Cristo esta ahora a la mano derecha del Padre en el cielo. Pero Su Espíritu, Su “presencia” puede morar en usted y en mi, y en cada creyente a través del mundo.
“Mas vosotros no estáis en la carne [naturaleza de pecado], sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros [vive]” (Ro 8:9).
Un bebé recibe de sus padres la naturaleza y el carácter de la familia. Esa naturaleza se desarrollará cuando el niño continúe creciendo.
Muchos rasgos físicos aparecen pronto: ojos, piel y el color del pelo. El tamaño de los huesos y la estatura requieren un tiempo más extenso para desarrollarse, pero la “imagen” de la familia se ve fácilmente. A veces decimos: “Ese niño es el mismo retrato de sus padres”.
Lo mismo es cierto en la familia de Dios. Cuando nacemos dentro de Su familia, recibimos la vida de Cristo, y Su naturaleza. Tenemos también que desarrollarnos a Su imagen. La naturaleza y el carácter de Su vida debe crecer en nosotros como nosotros crecemos en Él.
Este es nuestro destino divino, llegar a ser como Jesús. Esta esperanza gloriosa está establecida claramente en las Escrituras:
“Debido a que nuestros rostros no están cubiertos, podemos reflejar – como espejos- la gloria del Señor. Tenemos que ser cambiados a Su imagen [semejanza] – de gloria a más gloria. Este cambio viene por medio del Espíritu del Señor” (2 Co 3:18).
Sí, tenemos que llegar a ser como Jesús en naturaleza, palabra y obra.