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sábado, 17 de julio de 2010

ORAR

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres. – 1 Timoteo 2:1. 

Orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. - Salmo 32:6. 

Para orar verdaderamente es necesario conocer a Dios y su gracia. Es lógico que oremos por las necesidades de aquellos a quienes amamos, por nuestros allegados y por nosotros mismos. El campo de nuestras súplicas se amplía si pensamos en tantos cristianos que carecen de lo necesario o que sufren persecuciones. ¡Cómo no conmovernos en presencia de los sufrimientos que padecen tantas personas, estén cerca o lejos! Aun muchos de nuestros conciudadanos, que nos dan la sensación de estar saciados, tienen una urgente necesidad de conocer al Salvador. 

La Palabra de Dios nos invita a orar e interceder por todos los hombres. Así lo hacía una cristiana anciana que estaba enferma; hallándose en cama desde hacía meses, se dedicaba a la oración. A menudo, cuando tenía visitas, la conversación giraba en torno a los tiempos difíciles y la necesidad de poner la confianza en Dios. La enferma invitaba a los visitantes cristianos a reflexionar en lo siguiente: –Es necesario orar por los que no lo hacen y agradecer a Dios en su lugar por las bondades que reciben de Él con demasiada ingratitud. 

¡Es necesario orar por los que no saben hacerlo! Pensemos en ellos, nosotros que conocemos el amor de Dios tal como Jesús nos lo reveló. “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). 

miércoles, 30 de junio de 2010

EL PODER DE LA ORACION


Quien forma el hábito de la oración sincera, experimenta luego un cambio notorio y profundo en su vida.
La oración imprime huella indeleble en nuestros actos y en nuestro porte… Enciende en el interior del alma una llama en cuyos reflejos se mira el hombre a sí mismo. A esa luz ve su egoísmo, su vanidad, sus recelos, sus codicias, sus yerros. Con su calor se le desarrolla el sentido de sus deberes morales, se vuelve intelectualmente humilde. Y así el hombre empieza su jornada hacia las plenitudes del reino de la gracia.
Los que niegan la efectividad de la oración se me parecen a quienes para demostrar que de una semilla no puede brotar una flor, hundieran la semilla en lo oscuro de un sótano, y la privaran de todo riego. No existe más de un modo de probar que las doctrinas de Jesús son practicable: ponerlas en práctica.
Hoy, más que nunca, es necesaria la oración en la vida de hombres y pueblo. Por haber restado el sentimiento religioso la importancia que tiene esta el mundo al borde de la catástrofe. Hemos descuidado el manantial de cuantos puede darnos perfección y energía… Si se pone en acción nuevamente el poder de la intersección y se emplea en elevar la existencia de todos, hombres y mujeres, aun habrá de esperar que sean escuchadas nuestras oraciones invocando de Dios un mundo mejor.